Opinion

MI RESPUESTA A UNA INFAMIA
Abajo y a la izquierda
Cecilia Chacón Rendón
Martes, 26 Julio, 2016 - 17:21

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Con profunda sorpresa e indignación he tomado conocimiento que en el anexo de un libro titulado “BoliviaLeaks” me colocan en la lista de informantes de la Embajada Estadounidense. He leído 280 páginas que tiene para entender por qué mi nombre figura en esa lista y no hay ninguna explicación en todo el libro. Sólo mi nombre en un anexo y la referencia a dos cables de wikileaks en los cuales la Embajada de los Estados Unidos reporta de dos reuniones oficiales que tuve con funcionarios de la misma en el marco de mis funciones como Directora de relaciones multilaterales, reuniones que se hicieronm, no en un cafecito, ni a media noche, sino a plena luz del día en reparticiones de la cancillería y en presencia de otros funcionarios del Estado. ¿Cómo puede ser que este libro producido en el Ministerio de la Presidencia me incluya como “informante” de la Embajada por este hecho? ¿Es esto justo? ¿Es ético? ¿Cómo calificar esta acción?
Ser acusado de “informante” es grave; pues se entiende comúnmente por tal a un espía, un infiltrado o un traidor; según el libro los informantes son una “densa red” “conformada por todo el espectro político-social-institucional del país”, se dice también que “por la Embajada desfilaron políticos, funcionarios públicos, periodistas, cuerpo diplomático, empresarios y miembros de las Fuerzas Armadas, entre otros.” para “ revelar sus desavenencias con el gobierno, informaban sobre sus actos, planes y estrategias”.
Así de grave es ser informante según el libro y sin mayor fundamentación incluye mi nombre en este Anexo. ¿Será que lo que dije en esa reunión oficial fue muy grave? Me tomé el trabajo de leer decenas de cables filtrados sobre reuniones de altos funcionarios bolivianos con la Embajada de los Estados Unidos y para mi sorpresa encontré que hay muchos otros y sin embargo el libro no los menciona para nada. Peor aún, en algunos de ellos el Vicepresidente e incluso Ministros habrían hecho comentarios o como dice el libro “pasado información”. Entonces ¿Por qué esta publicación no los menciona? ¿Por qué no cita lo que dijeron en diferentes reuniones y cables de Wikileaks?
Yo no voy a entrar a hacer citas aquí de lo que dijo tal o cual autoridad y que el libro omite porque creo que ello sería ir contra la dignidad de esas personas sin tener todos los elementos de juicio. Tampoco creo que uno pueda basarse únicamente en los reportes de los funcionarios de la Embajada de EE.UU. que interpretan a su manera y conveniencia lo que escuchan. ¿O es que ahora los cables escritos por el “imperio del mal” son palabra santa?
Mi intención no es descalificar el libro en su conjunto. Creo que hacer un análisis de los cables es de por sí interesante e importante y creo que en varias partes el libro logra ilustrar cuál fue el accionar de la Embajada durante los primeros años del gobierno. También creo que en el caso de algunas personas mencionadas en el libro y en los cables hay serios indicios de que podrían haber cometido delitos contra los interese del Estado. No tengo ninguna duda de que a esas personas habría que investigarlas, tomar medidas precautorias e iniciar un proceso justo, transparente e imparcial. Haciendo un paréntesis ¿cómo es concebible figurar en una lista de informantes que produce el Ministro de la Presidencia y al mismo tiempo continuar como autoridad o funcionario de responsabilidad en alguna repartición del Estado? Cuando uno acusa a alguien de informante o protegido de la Embajada Estadounidense tienen que ir hasta el fondo e iniciar todas las acciones que corresponden. Lo contrario es negligencia y hasta complicidad.
La inclusión de mi nombre en una lista de informantes y la forma en que se hace es una canallada de las más cobardes y miserables; un golpe bajo conmigo y posiblemente con otras personas; sin embargo no puedo hablar por todos. Ellos tienen que salir al frente y romper el silencio porque en este caso, quien calla otorga y ya es tiempo de superar el amedrentamiento o la comodidad y denunciar de frente esta infamia.
La Bolivia que queremos no puede estar basada en medias verdades, en insinuaciones temerarias y ambiciones o vendettas personales y mucho menos gobernada por el miedo. Por eso, si algo de dignidad queda todavía en las altas esferas lo que corresponde es retirar mi nombre de esa lista y pedirme disculpas públicas. A quienes hoy son Presidente, Vicepresidente, ministros, ministras, viceministros, directores, generales, embajadores, gerentes y otras altas autoridades les recuerdo que sino alzan su voz contra esta ignominia serán cómplices de algo que mañana también puede pasarles a ustedes.
Recordando a Marcelo Quiroga Santa Cruz, sólo me queda decir que: mucho más temible que ese enemigo que está buscando amedrentarnos con sus canalladas es una conciencia culpable.