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La esposa del exsuboficial Freddy Sucojayo, Zulema Quispe, expresó su preocupación porque la libertad de su esposo depende de que la familia pague la fianza de Bs 20.000 interpuesta por el Tribunal de Justicia Militar.
“Hemos pedido el arraigo pero es difícil que se dé, así que tenemos que buscar cómo pagar los 20.000 bolivianos, quizá con nuestros familiares, unos préstamos, no lo sabemos pero tenemos que buscar cómo pagar porque si no pagamos, mi esposo no sale (en libertad)”, lamentó.
El Tribunal de Justicia Militar decidió ayer otorgar la detención domiciliaria para Sucojayo quien lideró las movilizaciones públicas de militares de bajo rango en abril de 2014.
La molestia en las filas de baja graduación se hizo pública a inicios de ese mes. Los militares sostuvieron que son objeto de discriminación en la institución y que no tienen las mismas oportunidades de estudio y ascenso a cargos que los oficiales.
Con la determinación de la justicia militar, los tres suboficiales detenidos por liderar las movilizaciones en demanda de la descolonización de la Fuerzas Armadas fueron beneficiados con la excarcelación.
“La justicia militar ha determinado beneficiar al suboficial Sucojayo con detención domiciliaria, presentación de dos garantes y, asimismo, una fianza de 20 mil bolivianos y arraigo respectivo”, informó Roberto de La Cruz, portavoz del grupo de exsuboficiales detenidos.
Para Quispe, la noticia de la determinación de detención domiciliaria para el exmilitar causó alivio en los cercanos a Sucojayo pero que aún les preocupa la sanción que sufrió éste y que afecta a toda su familia.
“Estamos decepcionados con las Fuerzas Armadas, ser militar era lo más importante para mi esposo. Ahora no sabemos qué vamos a hacer, me da pena la determinación que han tomado, de darle de baja. Él era el sustento de nuestra familia, nos hemos comprado un terreno, teníamos muchos sueños. Aunque ha seguido recibiendo su sueldo cuando estaba detenido ahora seguramente ya no recibirá nada”, expresó.
También dijo que los 352 días de detención de Sucojayo afectaron el estado anímico de su esposo y del resto de su familia.
“Cada día era como una tortura ir a ver mi esposo, era triste para mí, para mis hijos ver cómo estaba él, no había alegría en su rostro. No nos decía las cosas que sufría ahí adentro pero se le notaba”, expresó.
Agregó que espera que el proceso en contra de su esposo se detenga porque dejó de ser militar cuando el conflicto estaba vigente
“Él tiene el apoyo de su familia porque luchó por un ideal, gracias a él y a sus camaradas se han conocido estos atropellos que se sufrían en las Fuerzas Armadas. Ojalá que esta lucha no sea en vano”, concluyó.
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