Internacional
Posesión de Tabaré Vázquez
Uruguay se prepara para despedir al presidente José Mujica
Foto.Ap


Jueves, 26 Febrero, 2015 - 17:41

Son días de mucha agitación y solemnidad en Uruguay ante la inminente despedida de José Mujica y la toma de posesión el domingo de Tabaré Vázquez, ganador de las elecciones del pasado mes de noviembre. El primero en llegar a Montevideo ha sido Evo Morales, quien apura las ultimas horas del mandato de Mujica con la firma de un acuerdo sobre la participación de Bolivia en la construcción de un mega puerto uruguayo en el Atlántico. Este acuerdo tienen ante todo un valor simbólico ya que el proyecto es una de las grandes utopías que ha cultivado Mujica durante su mandato, una obra en suspenso debido a la falta de sintonía dentro de Mercosur. El presidente boliviano manda también un mensaje a Chile buscando una salida al mar para las exportaciones de su país por el Río de la Plata. Así, en las primeras horas de su estadía en Montevideo visitó la sede de la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), donde su país tiene abierto un contencioso con Chile entorno a la libre circulación de camiones hacia el Pacífico.

Morales no se cruzará el domingo con Michelle Bachelet cuando tenga lugar la ceremonia de cambio de mando, a la que sí asistirá su vicepresidente. Pero Montevideo no dejará de ser por ello un hervidero diplomático, con la presencia de delegaciones de alto nivel, incluyendo la del vicepresidente estadounidense, Joe Biden, y la del presidente cubano, Raúl Castro. Los dos hombres coincidirán en momentos de grandes cambios en sus relaciones y con el actual ministro de Exteriores de Uruguay, Luis Almagro, como favorito para acceder a la secretaría general de la OEA. Almagro ha declarado que su principal objetivo será devolver a Cuba a ese organismo.

En medio de medidas de seguridad desconocidas en el plácido país rioplatense, los uruguayos miden estos días el aumento de su prestigio internacional.

“Está claro que hay un mensaje implícito de esos presidentes que están aprobando así el modelo uruguayo. Uruguay se ha destacado por la estabilidad y la racionalidad de su política, cuando la inestabilidad de América Latina es lo que más preocupa al mundo. Mujica le ha añadido su toque personal a toda una doctrina histórica y en ese sentido ha hecho un gran aporte”, dice Ramiro Podetti, historiador y profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Montevideo.

A pesar de su estilo campechano y sus declaraciones polémicas, el exguerrillero tupamaro se ha mantenido dentro de una tradición de la diplomacia uruguaya que combina neutralidad, afirmación de los intereses nacionales frente a las grandes potencias y defensa de la integración americana. Esta doctrina que exige altas dosis de pragmatismo llegó a generar sorpresa dentro de la propia izquierda ya que las relaciones de Mujica con Estados Unidos y la administración Obama fueron inmejorables, con gestos como el acuerdo para trasladar presos de Guantánamo.

Pero hasta el final, la política exterior habrá sido terreno resbaladizo para el presidente, quien esta semana, ante la llegada inminente de Nicolás Maduro, se ha enfrentado a duras críticas de la oposición por su decisión de no condenar la detención del alcalde de Caracas Antonio Ledezma.

A partir del próximo lunes, con Tabaré Vázquez llegará otro estilo, continuidad en muchos temas y las mismas dificultades que afrontó Mujica, especialmente con Argentina. La nota disonante del traspaso de poder en Uruguay la ha puesto la ausencia de Cristina Fernández de Kirchner. Según la prensa local, el Gobierno uruguayo ha recibido con disgusto que el país esté representado por el vicepresidente, Amado Boudou, procesado por corrupción.

Mujica ha criticado en los últimos días la falta de visión regional de Argentina en una clara alusión a las medidas proteccionistas de su vecino, que han llevado el intercambio económica a sus horas más bajas en décadas. Con Tabaré Vázquez esa situación no tiene perspectivas de mejora ya que durante su primer mandato mantuvo un duro enfrentamiento con Buenos Aires por la instalación de una fábrica en un río común. (EL PAÍS)