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Con motivo del reciente plagio del “pepino paceño” para promocionar el carnaval del Perú, Edgar Pomar del Museo de Etnografía y Folclore (MUSEF) y Fernando Cajías, historiador y gestor cultural de La Paz, dieron a conocer a ERBOL su punto de vista y algunas sugerencias para frenar este fenómeno.
“Las danzas, costumbres y tradiciones bolivianas deberían ser resguardadas con más ahínco por parte del gobierno, quien tendría que invertir más en cultura y arte como lo hacen países vecinos, en este caso el Perú”, es el criterio personal de Edgar Pomar, responsable de comunicación del Museo de Etnografía y Folclore (MUSEF)
En tanto, Fernando Cajías, conocido historiador y promotor cultural de La Paz, dijo que esta “transculturalización” se debe a que Bolivia, ya desde la década de los 80, tiene una gran expansión cultural hacia los países vecinos, sobre todo por la fortaleza de su folclore y de las manifestaciones culturales que han generado una gran exportación de nuestra cultura.
“La fuerza del folclore boliviano y de sus manifestaciones culturales logró su exportación a países como Chile y Perú pero, lastimosamente, esta exportación de nuestra cultura no ha sido acompañada con una política estatal que establezca a nuestras manifestaciones culturales como marca registrada de Bolivia para salvaguardarla de una copia malintencionada, de un dolo o de una apropiación indebida”, afirmó Cajías.
Pomar señaló además que la intención de realizar una representación diplomática no es una acción suficiente, en este caso concreto por la apropiación del Pepino, personaje del carnaval paceño, quien fuera utilizado para promocionar los carnavales de Tacna y Juliaca en el Perú.
“Con una carta no se va a parar la este fenómeno porque la cultura no es estática, es dinámica y esto va seguir, en la foto de Tony Suarez lo que tienen que hacer es citar fuentes pero para cuidar nuestra cultura el estado tiene que invertir en área cultural, tiene que realizar acciones”, declaró Pomar.
Cajias agregó que es absolutamente válido que bailen danzas bolivianas en todas partes del mundo,s in embargo quienes representen nuestro folclore deben reconocer y dar a conocer que es de Bolivia. Propuso realizar una demanda cultural similar a la de reivindicación marítima.
“En todo el mundo se pueden bailar nuestras danzas, como en el país también bailamos otras danzas pero se debe decir que son bolivianas, por eso yo sugiero que así como se hizo una demanda marítima se haga una demanda folclórica para que de una vez por todas no exista esta apropiación indebida”, resaltó Cajías.
Finalmente Pomar acotó que en otrora la cultura que hoy ponderamos como nuestra, pertenecía a toda la región andina y que si en nuestro propio país se suscitan peleas internas como por ejemplo sobre el origen de la Morenada (danza), disputada entre paceños y orureños, no lograremos unificarnos en una posición ante la apropiación indebida de nuestro folclore.
“Antes no había Perú y Bolivia sino la Confederación Perú-Boliviana que fue gobernada durante 10 años por el Mariscal Andrés de Santa Cruz y un hecho cultural pertenecía a toda la confederación, en el Tahuantinsuyo ni qué se diga no había los mapas políticos que ahora tenemos y que nos dividen; y ahora acá nos peleamos entre paceños y orureños por encontrar el origen del ‘primer moreno Cromañón’ no vamos a poder avanzar en la protección de nuestra cultura; además está el hecho de que los artesanos y las mismas bandas bolivianas llevan los disfraces y la música a otros países por sustento económico”, explicó Pomar.
Los dos eruditos coincidieron en que la salvaguarda de nuestro folclore, danzas, tradiciones y costumbres debe comenzar con políticas que partan del gobierno, principalmente una mayor inversión destinada a la promoción y difusión cultural boliviana.
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