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Los peores temores del líder republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner, amenazaban este jueves con cumplirse: la Cámara Baja que domina su partido retiró, en el mismo día en que cierra sus puertas para iniciar sus vacaciones de verano, una propuesta de ley propia para encarar la crisis en la frontera que han provocado las decenas de miles de menores centroamericanos llegados en los últimos meses a Estados Unidos.
Si no logran una salida de último minuto -los líderes republicanos convocaron a una reunión de emergencia y a puertas cerradas nada más suspenderse la votación-, dejarán servido en bandeja a los demócratas del presidente Barack Obama el argumento que ya venían esgrimiendo acerca de la falta de voluntad de los conservadores por hacer algo productivo para resolver la crisis migratoria. Un mensaje que los demócratas se van a encargar de que resuene lo más fuerte posible y de forma constante durante las cinco semanas de receso legislativo. Eso es lo que precisamente Boehner quería evitar con su ahora fracasada iniciativa, sobre todo porque tras las vacaciones, habrá muy poco tiempo hasta las elecciones parlamentarias de noviembre para cambiar la narrativa.
La propuesta de ley H.R. 5230 fue retirada súbitamente el jueves de la lista de elementos a votar. El motivo: pese a que los republicanos son mayoría en la Cámara d Representantes, al parecer no se había logrado reunir el número de votos mínimos necesarios -218- para que pudiera ser aprobada.
Pese a que desde la víspera se sabía que los republicanos estaban teniendo dificultades para aunar sus filas tras la propuesta, la decisión tomó a muchos por sorpresa, puesto que la cámara baja del Congreso estadounidense llevaba varias horas de su última jornada de trabajo discutiendo precisamente esta iniciativa.
Ésta preveía proporcionar 659 millones de dólares suplementarios al gobierno para afrontar la crisis fronteriza, muy por debajo de los 3.700 millones que había solicitado la Casa Blanca al Congreso.
La propuesta de ley -que la Casa Blanca ya había dicho que vetaría si se aprobaba- contaba además con el decidido rechazo demócrata por los condicionantes que traía añadidos: el envío de la Guardia Nacional a la frontera y, sobre todo, la enmienda de la ley de 2008 contra el tráfico humano de tal manera que se permita, al igual que ya sucede con los mexicanos, la deportación inmediata de los menores centroamericanos que llegan a la frontera, en vez de garantizarles un proceso judicial.
Pese a la dureza de la propuesta de ley, ésta seguía sin embargo sin convencer a los republicanos más conservadores, muchos de los cuales consideraban que no iba lo suficientemente lejos.
Al frente de lo que los medios estadounidenses han calificado como una revuelta conservadora estaba el senador republicano Ted Cruz, quien la noche del miércoles consiguió convencer a algunos de los miembros del Tea Party de que la iniciativa promovida por Boehner no iba lo suficientemente lejos. Su demanda: que se incluyera en la propuesta una cláusula para prohibirle a Obama que amplíe a otros grupos de indocumentados su orden ejecutiva de acción diferida que desde 2012 ha beneficiado a cientos de miles de jóvenes sin papeles.
Finalmente, los republicanos parecían haber alcanzado una solución negociada: este jueves se votaría primero la HR 5230 con los fondos adicionales para la crisis e, inmediatamente después, la propuesta para delimitar la “acción diferida” de Obama. Pero ni aun así lograron los conservadores asegurarse suficientes votos en su cámara como para aprobar la ley, por lo que ésta fue finalmente retirada.
Los republicanos convocaron de inmediato una conferencia a puertas cerradas para tratar de buscar una solución que no les haga parecer que se van con las manos vacías. Pero más allá de lo que se logre negociar a última hora, la debacle en el pleno de la Cámara de Representantes está considerada una prueba de la fractura interna que la cuestión migratoria está causando en el Partido Republicano. Como muestra, las declaraciones del congresista republicano Peter King, para quien ”la Casa Blanca de Obama debería poner en su nómina a Ted Cruz”.
Incluso un republicano cuyo conservadurismo no deja lugar a dudas, Rick Perry, gobernador de Texas -es decir, del estado de Cruz- manifestó su indignación por la falta de acción de los congresistas de su partido.
“Resulta increíble que el Congreso abandone su puesto cuando nuestra crisis fronteriza sigue creando sufrimiento humanitario y cuando inmigrantes criminales siguen representando una amenaza clara a nuestros ciudadanos y nuestra nación”, dijo en un comunicado. “El Congreso y el presidente tienen el deber de atender nuestros problemas de la frontera sin dilación. El Congreso no debería entrar en receso hasta que haya acabado su trabajo”.
La falta de acción también abre un futuro inmediato inquietante para muchos congresistas republicanos.
“Voy a tener que explicar mucho”, reconocía a la prensa tras la fracasada votación el congresista texano Blake Farenthold. (EL PAÍS)
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