Opinion

LA CONFIGURACIÓN IDEOLÓGICA DE LAS CANDIDATURAS
Columna Robada
Fernando Molina
Viernes, 18 Julio, 2014 - 19:58

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El día de la presentación de las listas de candidatos para las elecciones estuve en ATB, intercambiando con Jimmy Iturri, Ramón Grimalt y Soraya Delfín algunas opiniones sobre las ofertas programáticas y personales de los partidos. Hice entonces un esquema ideológico simplista para clasificar a las tres principales tiendas de la oposición, el MSM, Unidad Demócrata y el Partido Demócrata Cristiano, como las opciones de izquierda, centro y derecha, respectivamente, del bloque opositor. También caímos en el error, en esa tertulia, de considerar al candidato democristiano Jorge Quiroga como la figura “más conservadora” de la contienda. 

Este esquema  –lo pensé después del programa– no se aplica propiamente a la realidad boliviana; es el resultado de la rutina intelectual, no de una observación de lo que sucede. Y no se aplica incluso si seguimos concediendo relativa validez a los indicadores “izquierda” y “derecha” para establecer las relaciones entre unas facciones y otras, y entre todas ellas y las dicotomías Estado-mercado, individuo-colectividad, creación-redistribución de riqueza, orden-innovación, justicia como derecho o como bien común, y democracia antigua o liberal-representativa. En este caso concluiremos que Evo Morales postula a nombre de la izquierda boliviana. Pero no de una izquierda socialista, sino nacional-popular, corporativa, que puede llegar a ser partidaria de la propiedad privada y los poderes constituidos cuando conviene a su poder, y resulta indistinguible de la mayor parte de la centroderecha en cuestiones morales como la anticoncepción y las orientaciones sexuales heterodoxas. Una izquierda, por tanto, a la medida del país. 

Una observación más lúcida dirá que Quiroga no ocupa el puesto del candidato más conservador de estas elecciones, como equivocadamente se dijo en la tertulia, sino todo lo contrario, el del más rupturista. Esto es así porque el partido que hoy quiere mantener el estatus quo no es otro que el MAS, cuya principal oferta consiste, como resulta lógico, en la continuidad de los ocho años de Morales. Y en cambio los que proponen la transformación del orden que se ha ido estableciendo en este octoenio son los partidos de oposición… Unidad Demócrata y el MSM lo hacen reconociendo ciertos elementos positivos de él, mientras que Quiroga no los reconoce; es, por tanto, el menos conservador del lote. Este es un efecto de la hegemonía masista, es decir, de la hegemonía de la izquierda “a la boliviana” sobre el país durante estos años: convertir al político más derechista del espectro nacional –lo que no implica demasiado, ya que aquí el eje político está movido a la izquierda respecto a la posición estándar– en el candidato más inconforme y anti-sistémico de hoy. ¿”Conservador”?  En absoluto. 

Por esto es que la posición de Quiroga no solo resulta inviable en lo inmediato, sino que además está equivocada en el largo plazo, ya que no reconoce la necesidad que tiene el país de sintetizar el liberalismo con el nacionalismo revolucionario, a fin de crear un paradigma que sea aceptable para estos dos grandes bandos ideológicos y permita superar los ciclos históricos gemelos (privatización-nacionalización-privatización, en la economía,  y revolución-institucionalización-revolución, en la política) que tanto daño le han hecho al desarrollo del país.  

Unidad Demócrata y el MSM coinciden en esta visión más pragmática de búsqueda de un camino intermedio. Si se juzga sus programas, no se encontrará ningún punto que implique incompatibilidad ideológica, aunque sí dos perspectivas distintas: la perspectiva de UD va de la sociedad civil hacia el Estado, al que considera un instrumento –uno entre otros– de la realización general; por eso es más productivista. La del MSM se centra en el Estado y no sale de él, por eso resulta más regulativa o, si se quiere, burocrática (como se expresa incluso  en la forma del programa de este partido, una colección de monografías sobre políticas públicas). ¿Hay en este contraste huellas de la oposición izquierda-derecha? Sí, pero tenues. Diferenciar ambas propuestas por estas reminiscencias constituiría una sobre-interpretación. Dejaría de lado que el MSM estuvo a punto de llegar a un acuerdo con los Demócratas, el ala más liberal de UD, antes de que se cristalizara la alianza de éstos con Unidad Nacional.  

Lo que de veras separa al UD del MSM es, sacando de en medio las razones personales, el pasado. Puede hablarse así de una oposición generada por la victoria del evismo y la subsecuente manifestación de sus limitaciones, ésas que le hacen ser una izquierda idiosincrática --descrita más arriba-- y no una purista, como algunos esperaban. Tal es el tipo de oposición que representa el MSM, que fue aliado del MAS entre 2005 y 2009. En otras palabras, conforma, junto con el Partido Verde, la “oposición del desengaño”. 

Y puede hablarse también de una oposición generada “en el vacío” por la desaparición de los partidos del antiguo régimen. Una oposición cuya mayor preocupación reside en la construcción de una alternativa al MAS, al que nunca dejó de considerar una fuerza negativa, pues el modelo socioeconómico y político que éste construyó, muy popular y –por su coincidencia con el boom de las materias primas– muy exitoso, es sin embargo un modelo antiliberal, cerrado, poco competitivo en sus fundamentos, y en consecuencia un modelo autoritario en política e insostenible en economía. Tal es la oposición de Unidad Demócrata.

Este es un esquema mucho más preciso de los alineamientos ideológicos electorales que el que expliqué, con poco rigor, en la charla televisiva de la que les hablo.