Uyuni: El día que murió el silencio

Contenido-noticia: 

 

Un inusitado cambio de ritmo se produjo esta semana en la pujante ciudad de Uyuni como producto de la presencia del Dakar.

La tranquila jornada de los lugareños, de andar cansino y amplia sonrisa para los visitantes, se vio modificada de pronto por la cantidad de comunicadores nacionales e internacionales que viven en la dinámica del apuro por la publicación de una noticia.

La presencia de miles de extranjeros que buscan un espacio disponible en cualquier hotel y a cualquier precio, adosa esta vertiginosa forma de recibir el Dakar.

 Una respuesta, que parece un disco rayado, se escucha en la mayoría de los hoteles:  “todo está ocupado y reservado desde hace más de un mes”.

El que mejor suerte tiene recibe como respuesta “pero mañana le tenemos que cobrar 200 bolivianos más”.

Los decibeles aumentan en grado sumo cuando llegan, en un nutrido grupo, quienes forman parte de la avanzada de los pilotos: enormes carros y cuatro por cuatro de último modelo, ganan las apretadas calles del centro, que conocen, tal vez por primera vez, lo que es un embotellamiento y la locura de los bocinazos, que crispan los nervios de los locales.

Los comerciantes están haciendo su agosto en pleno enero, mientras los habitantes uyunenses muestran con orgullo parte de su historia deportiva, como el amplio frente del Club Sport Rallways, fundado en 1924.

Los militares que prestan servicio en el Regimiento Loa no quieren quedar al margen de esta fiesta y han preparado sus mejores galas, en este caso de un implecable color blanco, para dar la bienvenida a los visitantes.

El lunes se largará una nueva etapa del Dakar desde Uyuni, cerca de las cuatro de la mañana, y entonces habrá llegado el momento de volver a vivir como siempre: sin apuros, con tranquilidad y serenidad, en una ciudad que progresa (hay muchos hoteles en construcción), pero que sin duda alguna privilegia el silencio, antes que la bulla.

 

 

foto_noticia: 
categoria_noticia: