Gigantesco operativo militar de Brasil en sus fronteras

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Casi silenciosamente, Brasil inició el lunes por la madrugada un enorme despliegue militar en el sur del país, en lo que se conoce como Triple Frontera. Más de 9.000 hombres equipados con helicópteros de combate, navíos de guerra y patrulleros, aviones caza, vehículos blindados y aviones no tripulados, se desplazaron hacia el sur de Mato Grosso del Sur y se apostaron, ayer, a lo largo de la frontera con Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay. Se trata de la Operación Agata 5, una de las más ambiciosas de los últimos años .

El objetivo, según definieron los comandantes, es realizar un “operativo de frontera para reprimir la delincuencia (especialmente, del tráfico de drogas)”. Pero también apunta a “reforzar la presencia del Estado” en la Cuenca del Plata. Coherente con ese plan, la Marina de Guerra envió 30 navíos para vigilar los ríos de la región. Fue la presidenta Dilma Rousseff la que ordenó el inicio de esta vasta movilización militar hacia esa sensible frontera y, de acuerdo con el ministro de Defensa Celso Amorim, las características de la operación fueron “debidamente informadas” a Buenos Aires, Montevideo y Asunción. Esta es la quinta edición del Agata, pero las anteriores se habían enfocado en otras regiones fronterizas brasileñas, especialmente en el límite con Colombia. Datos aportados por el Ministerio de Defensa indicaron los resultados obtenidos en la lucha contra los carteles de la cocaína. Fueron secuestradas 2,3 toneladas de droga, además de 300 embarcaciones ilegales y diversas armas.

Las Fuerzas Armadas brasileñas argumentan que es preciso fortalecer la protección de las fronteras, de modo de cerrar el paso al narcotráfico y “sofocar” el contrabando de drogas y armas . Para el ministro Amorim, no habrá suspicacias de ninguno de los gobiernos vecinos. El funcionario, quien estuviera a lo largo de 8 años al frente de la cancillería brasileña (durante la primera y segunda gestión del ex presidente Lula da Silva), señala que en ese terreno existe una “amplia cooperación”.

En un seminario que se hizo antes de ayer en San Pablo, Amorim sostuvo que “la mayor amenaza contra Brasil” es un escenario en el cual las potencias internacionales se interesen por los recursos de este país. Lo que está en juego es que el Estado brasileño “construya una capacidad disuasoria creíble , que haga muy costosa una perspectiva de agresión contra nuestro país”. Es en contexto que deben entenderse las nuevas medidas informadas hace un mes por la presidenta Rousseff, que apuntan además a apurar la instalación de una fuerte industria militar, con la participación de los grandes holdings brasileños del sector.

Algunos analistas locales marcaron como un hecho distintivo que la mayor concentración de tropas (entre los 9.000 efectivos enviados) ocurra precisamente en la frontera con Paraguay. De hecho, el ministro Amorim desembarcará hoy en el municipio de Ponta Porá, donde se montó el centro de operaciones. Esta localidad es vecina a la ciudad paraguaya de Pedro Juan Caballero, conocida por la violencia que generaron históricamente las guerras entre mafias y contrabandistas de drogas y armas. El funcionario debe acompañar el desarrollo de la Operación Agata prevista para durar casi un mes y donde intervendrán no sólo militares sino además integrantes de la Policía Federal, de la Caminera, del Instituto Brasileño del Medio Ambiente, de la Fundación Nacional del Indio y de la Policía Militar de Mato Grosso del Sur.

En Asunción, dicen algunos especialistas en relaciones internacionales, esto podría entenderse como una “demostración de fuerza y un mensaje”.

Lo cierto es que Paraguay quedó marginado del Mercosur hasta que haya elecciones democráticas “y limpias”, previstas para abril próximo, según prometió el presidente Federico Franco. Sin duda, al gobierno de Franco no le debe causar gracia la cercanía de semejante despliegue militar. Este médico, que sustituyó al ex presidente constitucional Fernando Lugo por una acción parlamentaria de impeachment resuelta apenas en horas y sin dar derecho a la defensa, dijo hace dos días a la prensa brasileña que “el Mercosur es un club de amigos”, una frase con la que pretendió desmerecer el ingreso de Venezuela al bloque el martes pasado.

Amorim desestimó los temores que podrían eventualmente albergar los gobernantes paraguayos. El ex canciller de Lula recordó que, en las operaciones realizadas el año pasado en la frontera con Venezuela y con Colombia, ambos gobiernos cooperaron activamente con los brasileños.(tomado de clarin)

Brasil, 8 Agosto 2012 - A.S.C.

 

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