Cultura
¿Espacios propios para la interculturalidad?
Erbol presenta libro “Parejas de diferentes culturas”


Viernes, 4 Abril, 2014 - 22:04

“El amor es un producto intercultural, evolucionó junto al ser humano…el amor es el médium de la interculturalidad, pero no siempre lo fue”, señala la presentación del libro “Parejas de diferentes culturas” que la noche del viernes, Erbol puso a disposición del público en el Museo de Etnografía y Folklore de la ciudad de La Paz.

La producción literaria recupera el testimonio de 13 matrimonios de bolivianos que decidieron juntar sus vidas con súbditos extranjeros.

La nueva publicación que ERBOL intenta analizar si es posible construir relaciones interculturales en la familia. También considera si pueden plantearse relaciones de predominancia de una cultura sobre otra, mediando el universal sentimiento del amor.

En el evento Inés Gonzales Salas, encargada de la investigación y redacción del texto, indicó que las parejas entrevistadas dieron su testimonio de que sí es posible llevar adelante proyectos de vida a pesar de las diferencias culturales.

El director Ejecutivo Nacional de Erbol, Andrés Gómez, dijo que más del 50 por ciento de los bolivianos viven fuera de sus lugares de origen y que la construcción del ser boliviano se basa en la interculturalidad.

De hecho, muchos países en el mundo, y entre esos Bolivia, hacen grandes esfuerzos en varios espacios públicos, como la escuela e incluso la misma política, para construir relaciones interculturales pero los resultados son escasos, además de frágiles, indica por su parte una nota de Erbol 

El libro concluye que el microcosmos de las familias, constituidas por personas de diferentes culturas, puede ser un terreno mucho más fértil para cultivar relaciones interculturales, siempre y cuando ambos miembros de la pareja estén dispuestos a reconocer a su pareja como portadora de valores.

“El sentimiento amoroso parece ser el motor que motiva la comprensión del otro para no perderlo, para conservar su amor  y más allá de comprenderlo, se encara una tarea muy ardua: ser mediador entre el ser amado y el contexto cultural propio; abrir la mente para asumir que lo propio no es completamente bueno y que el otro es también portador de valores; más aún, asumirlos para la vida de uno mismo, de modo que el ser amado exista en uno mismo”, concluye el libro.